Relajación mental: es vital para estar sano

La relajación mental es, hoy en día, un factor imprescindible ya que la acumulación de tensiones corporales y emocionales, nos hace enfermar.

Relajación mental: es vital para estar sano
Valeria Joaniquet
Diplomada en aromaterapia emocional. Formada en trabajo con los sueños, varios sistemas florales y Reiki. Sanación vibracional con sonido, voz y otros.

¿Qué es la relajación?

La palabra relajación en realidad define un estado natural de nuestro organismo… cuando se le permite actuar sin interferencias.

El estado óptimo del cuerpo es permanecer en relajación cuando no hay estímulos naturales externos o internos que le fuercen a salir de éste y pasar a la acción o re-acción. (La diferencia entre acción y reacción, es que la primera es consciente y la segunda es automática).

Con tanta actividad como estamos obligados a mantener, con el fin de abarcar el ritmo que se nos impone, el cuerpo está sobre-exigido. Y cuando digo actividad, no me refiero a un ejercicio saludable, sino a ir corriendo de aquí para allá sin tregua, combinado con pasar muchas horas sentados delante de un ordenador o viendo T.V.

Esa clase de cotidianeidad nos impide estar en contacto con las necesidades de nuestro cuerpo a todos los niveles (mental, emocional, físico), de modo que solemos forzarlo. Otra consecuencia, es que nos falta claridad suficiente para tomar las decisiones más adecuadas o encontrar soluciones a los retos diarios, tanto en el ámbito laboral como en el personal. Por ello, es muy aconsejable practicar la relajación mental.

La relajación como opción de vida

Frecuentemente nos alteramos en exceso por los problemas, reveses o situaciones que se han de resolver en el día a día. Aunque de momento puede parecer algo inaccesible, se puede conseguir una actitud que favorezca mucho más nuestra salud. Hay un antiguo dicho oriental que dice: «si tiene solución ¿por qué te preocupas?. Y si no la tiene ¿para qué preocuparse?» Si se cambia la palabra pre-ocuparse por ocuparse, y se aplica en nuestra realidad concreta, cambia bastante.

Relajarse no es sólo una cuestión del cuerpo, sino también del espíritu, aunque aprender a soltar el cuerpo ayuda a aquietar la mente.

Nosotros podemos elegir cómo actuar ante cualquier eventualidad, en lugar de seguir reaccionando como siempre. En todo caso, si aparece alguna emoción como ira o tristeza, es preferible observarla y ser conscientes de ella, antes que sepultarla disimulándola, y al mismo tiempo no dejarse arrastrar por el impulso que dicha emoción puede provocarnos. Tomar distancia respecto al asunto, da perspectiva y es una buena manera de paliar el estrés que éste podría provocarnos.

Relajación mental: Técnicas para relajarse

Hay muchas técnicas que nos ayudarán a conseguir una gran relajación mental, son sencillas y muy conocidas. La dificultad en todo caso es aplicarlas y ser constante…

Si la salud se empieza a resentir, además de revisar con el profesional adecuado cualquier síntoma que aparezca, se puede dedicar un tiempo cada día a la relajación consciente para acelerar la mejora. Es posible hacerlo en algún momento durante la jornada laboral, durante los fastidiosos atascos, en las colas del súper o en casa por la mañana y/o antes de acostarse.

  • Ser conscientes de la respiración lo máximo posible durante el día. Hacer que ésta recobre su profundidad cuando estamos nerviosos o alterados, inspirando y espirando mientras contamos de 1 a 5 en cada movimiento, incluyendo una pausa entre inspiración y espiración. En tan sólo unos momentos, ese estado va a cambiar.
  • Estar atentos a posibles tensiones en zonas del cuerpo. Si eso es difícil por falta de costumbre, ir tensando zonas musculares y aflojándolas alternativamente, para sentir la diferencia entre estar relajado o en tensión. Eso previene las tan molestas contracturas que suelen aparecer como por “arte de magia”.
  • Buscar algunos minutos diariamente para permanecer sin hacer nada (mejor sentada/o para evitar dormirse), sin música de fondo y en silencio, simplemente observando qué sucede. Si la mente se despista, cuando nos demos cuenta volver a concentrar la atención en observar nuestro cuerpo y respiración, nuestras sensaciones e incluso nuestros pensamientos, dejando que vayan y vengan sin quedarnos enganchados a ellos.
  • Tumbarse en una superficie, preferiblemente algo dura, e ir relajando progresivamente cada parte del cuerpo empezando desde los pies y ascendiendo por las piernas, la cadera, el vientre, el torso… hasta terminar con la cabeza, cráneo y cara. Aquí el “peligro” que se corre es el de dormirse sin haber terminado, aunque si es por la noche ya en la cama, seguro que el sueño va a ser reparador y profundo.

Unos minutos de relajación bien hecha, equivalen a varias horas de sueño (aunque no lo sustituye) y tiene múltiples beneficios.

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