Psicofármacos y agresividad en animales, alternativas a los fármacos

Además de efectos secundarios negativos, estudios recientes demuestran la relación directa entre el uso de ciertos psicofármacos y agresividad en animales.

Psicofármacos y agresividad en animales, alternativas a los fármacos
Laura Oliván
Especialista en comportamiento canino, Medicina holística y terapias naturales. Creadora del Adiestramiento Emocional y Autora del libro “¿Qué siente tu perro?”.

¿Qué son los psicofármacos?

Son medicamentos utilizados para cambiar el estado de ánimo y, por lo tanto, la conducta. Los más conocidos son los antidepresivos y los ansiolíticos.

Aparentemente, son una solución relativamente rápida y barata para los trastornos psicológicos, por lo que cada vez los psicofármacos están más de moda, recomendado como primera o incluso como única opción por psiquiatras y, en el campo de los animales, por bastantes veterinarios.

Estos medicamentos no solo son usados para tratar enfermedades en los humanos, también se usan para tratar problemas de salud de nuestras mascotas consiguiendo, en ocasiones, un efecto no deseado ya que parece existir una relación estre psicofármacos y agresividad en animales.

Efectos negativos de los psicofármacos sobre los animales

Pero cualquier fármaco está hecho con principios activos químicos, por lo que tiene efectos secundarios negativos. Todos sabemos que el ácido acetilsalicílico de las aspirinas, por ejemplo, daña el estómago y puede provocar incluso hemorragias digestivas. Y si le damos una aspirina a un gato lo matamos. Otros medicamentos dañan los riñones, el hígado, etc. El prospecto de algunos de ellos asusta.

Los antidepresivos, por ejemplo, causan graves dependencias. Provocan un falso estado de euforia química, pero si la persona o el animal no aprende a ver la vida de una forma distinta, al dejar de medicarse recaerá. De hecho, interrumpir bruscamente un tratamiento con antidepresivos puede ser más peligroso que continuarlo.

En el siglo XIX ya existían las armas de fuego y la violencia, pero no hay registrado ningún caso de un estudiante «loco» que masacrara a sus compañeros de forma indiscriminada.

Estudios recientes demuestran que las masacres que se han producido en centros educativos en los últimos años, especialmente en Estados Unidos, han aumentado según aumentaba el uso de antidepresivos y que, de hecho, están relacionadas con el uso de antidepresivos por parte de los asesinos.

Esto sucede porque los antidepresivos reducen la captación por parte de los neurotransmisores cerebrales de la serotonina, una «hormona del placer», lo que produce como efecto secundario un aumento de la agresividad y una reducción, en ocasiones extrema, de las barreras psicológicas naturales que frenan dicha agresividad.

Si los psicofármacos, tan supuestamente estudiados en personas, producen estos efectos, ¿qué provocarán en nuestras mascotas?

Además de trastornos físicos, estos medicamentos pueden producir efectos secundarios psicológicos. Como decíamos al principio cada vez hay más relación entre psicofármacos y agresividad en animales y también, desgraciadamente, en personas.

Alternativa a la medicación

Ni las personas ni los animales somos sólo un cuerpo. Los problemas de conducta están causados por desequilibrios emocionales, que son los que hay que conocer y tratar.

Por ejemplo, los perros que ladran, destrozan o se orinan cuando se quedan solos (ver artículo sobre la ansiedad por separación) lo hacen por miedo a la soledad. Una buena educación enseñará al animal a asociar la soledad con algo positivo.

Si a esto añadimos esencias curativas naturales (Adiestramiento Emocional) para tratar su dependencia, tenemos muchísimas probabilidades de resolver el problema de una forma ética. Lo mismo con otros problemas de conducta, incluso con perros de agresividad extrema.

Por lo tanto en muy pocos casos está justificado el uso de psicofármacos, que como mucho pueden mejorar los síntomas aparentemente pero que, al no tratar sus causas, pueden convertir a nuestra mascota, sobre todo en casos de agresividad, en una bomba de relojería.

Recordemos además los efectos negativos a nivel físico. Incluso aunque consigamos algo drogando a nuestro «mejor amigo», en mi opinión el fin nunca ha justificado los medios, sobre todo existiendo la medicina holística, que trata al paciente no como un cuerpo, sino como un conjunto de planos (físico, mental, emocional y energético) que hay que respetar. Este enfoque es mucho más ético y tanto o más efectivo que los fármacos, que muchas veces no son tan rápidos, tan baratos ni tan eficaces como las farmacéuticas nos quieren hacer creer.

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