Las ollas y cazuelas de barro, una buena opción

Las ollas y cazuelas de barro son uno de los utensilios de cocina más antiguos y, sin duda, una de las opciones más saludables a la hora de cocinar.

Las ollas y cazuelas de barro, una buena opción
Adrià Casanova Pubill
Técnico superior en dietética y apasionado de la nutrición, el deporte y la salud en general.

Ollas y cazuelas de barro

Las ollas y las cazuelas de barro son ideales para realizar cocciones largas y con poca agua. A pesar de su antigüedad, los utensilios de este material siguen siendo muy apreciados en la actualidad. En muchos países las cazuelas de barro son un utensilio indispensable en cocina.

Una curiosidad: mucha gente afirma que los platos cocinados en cazuelas de barro adquieren unos sabores no conseguidos con otro tipo de cazuelas.

Composición

Los primeros utensilios de barro datan de hace 18.000 años, hallados en una excavación al sur de China (detalle). La materia prima de este tipo de utensilios es la arcilla, un mineral comestible (no tóxico). Es por ello que cocinar con ollas o cazuelas de barro no supone ningún riesgo para la salud. De hecho, si hubiese algún tipo de migración hacia el alimento sería principalmente de Silicio, un oligoelemento necesario e importante para el ser humano.

Cuidado con el barniz

Si bien es cierto que la arcilla no supone ningún riesgo para la salud, muchos de los utensilios de barro que encontramos en supermercados están barnizados. Es importante preguntar al fabricante por la composición del utensilio que vayamos a comprar para asegurarnos de que no contengan metales pesados u otras sustancias que podrían resultarnos tóxicas.

Curado de las ollas y cazuelas de barro

Antes de utilizar por primera vez nuestra cazuela de barro sería conveniente realizar el curado de la misma con el fin de cerrar aquellos poros que quedan abiertos tras una fabricación en barro. Para ello se recomienda seguir los siguientes pasos:

  • Sumergir la cazuela en agua fría durante 6-8 horas, para llenar los poros de agua.
  • Secar bien con papel de cocina.
  • Frotar un diente de ajo por la superficie exterior de la cazuela (para que éste no interfiera en los sabores de nuestros próximos platos). El ajo ayuda a que los poros se cierren.
  • Dejar secar bien la cazuela unas horas.

Tras este proceso la cazuela ya estará lista para utilizar. Cabe recordar que este proceso sólo se realizará una vez, antes de su primer uso.

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