¿Qué son los aditivos alimentarios?
Un aditivo alimentario es una sustancia que no puede definirse en sí misma como alimento, pues carece de valor nutricional, que se añade de forma intencional al alimento o bebidas en cantidades pequeñas, para conseguir mejorar las características de color, textura, en general, las características organolépticas, o bien para facilitar el proceso de elaboración o conservación.
Incluye por lo tanto una lista muy larga de moléculas de orígenes y funciones muy diferentes, que van desde endulzar, evitar el crecimiento de bacterias, añadir color…
Por su función se clasifican en: acidulantes, antiaglomerantes, antiespumantes, antioxidantes, colorantes, conservantes, edulcorantes, emulgentes espesantes, espumantes, estabilizantes, gases de envasado, gases propelentes gasificantes, gelificantes, humectantes, potenciadores del sabor, agentes de recubrimientos, secuestrantes y tratamientos de harina almidones modificados, soportes correctores de la acidez agentes de carga sales de fundido endurecedores.
¿Cómo se regula su uso?
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) creó un comité científico internacional mixto llamado por sus iniciales JECFA (comité mixto FAO/OMS de expertos en aditivos alimentarios) que viene reuniéndose desde 1956. El cometido del JECFA es la evaluación de riesgos o inocuidad, evaluación de la exposición y determina el tipo de especificaciones y métodos analíticos que deben usarse para el estudio de los aditivos alimentarios.
Es bajo los criterios de este comité que el Codex Alimentarius establece su lista de aditivos alimentarios aptos (el Codex Alimentarius es una colección de normas, y recomendaciones internacionalmente reconocidas relacionadas con los alimentos, su producción y la inocuidad de los alimentos)
En la Unión Europea es la Comisión Europea, a través de reglamentos, quien dicta las normas. Para ello tiene su órgano consultivo que es la EFSA (European Food Safety Authority).
La Comisión elaboró una lista de aditivos alimentarios aceptados, en la cual se indica el nombre del aditivo, el indicativo correspondiente (E-XXX), en qué alimentos pueden usarse y en qué cantidades, y en algunos casos qué información adicional debe añadirse a la etiqueta en caso de usarse ese aditivo.
Esta lista puede modificarse en función de los nuevos conocimientos que proporciona la ciencia. Esto puede implicar la eliminación de algún aditivo o un cambio en el uso.
Para añadir un elemento a la lista, la empresa que desea usarlo debe solicitarlo a la Comisión Europea y suministrar el expediente técnico, que incluye la evaluación del riesgo. En la evaluación del riesgo de cada aditivo alimentario deben abordarse la evaluación de la exposición a través de la dieta y los aspectos relacionados con la toxicidad.
¿Por qué si está tan regulado, existen dudas sobre la seguridad del uso de algunos aditivos alimentarios?
- Por el método de estudiar la toxicidad: este se basa en la determinación de la IDA (Ingesta Diaria Admisible). Se intenta determinar cuál es la cantidad máxima que puede ingerirse sin que se manifieste ningún problema.
Esto estaría bien sino fuese porque existen algunos compuestos químicos, como los que afectan al sistema endocrino, que tienen diferentes acciones a diferentes dosis, pudiendo ser una dosis muy pequeña la que desencadene actividad adversa.
- Efecto cóctel: el análisis de toxicidad de los aditivos alimentarios se analiza uno a uno, no se tiene en cuenta lo que se denomina efecto cóctel que es la posibilidad de que estas moléculas puedan sumar sus efectos o actuar de forma sinérgica, de manera que bajas dosis, que individualmente sean inocuas, pueden pasar a tener efectos indeseables al actuar simultáneamente con otras.
Debido al modo de consumo de los aditivos, en el que en un mismo alimento se pueden tomar varios aditivos y que a lo largo del día, sumando todos los productos alimenticios que una persona puede ingerir, el número de E-XXX diferentes puede ser importante, el estudio de las interacciones entre ellos debería ser motivo de preocupación para la EFSA.
- Avisos de efectos adversos: el hecho de que el uso de algunos aditivos alimentarios comporte la obligación de añadir a la etiqueta del alimento indicaciones sobre sus efectos negativos en los niños, como es el caso de la Amarillo anaranjado (E 110) Amarillo de quinoleina (E 104), Carmoisina (E 122), Rojo allura AC (E 129), Tartracina (E 102) y Rojo cochinilla A (E 124) pone en evidencia la no inocuidad de estos productos.
- Discrepancias surgidas entre la JECFA y la EFSA: por ejemplo, relativas al contenido en cadmio en el carragenano (E-407). Mientras que la JECFA pide limitar el contenido en metales pesados, como es el caso del cadmio en el carragenano, Europa decide que la aportación en cadmio no es significativa, y “…los fabricantes han declarado que no sería técnicamente viable cumplir con unas prescripciones más estrictas si la Unión adopta los límites del JECFA” (extraído del Reglamento (UE) nº 231/2012 de la Comisión de 9 marzo de 2012)
Conclusión
Si bien es cierto que todo lo relativo a la legislación de los aditivos alimentarios en la Unión Europea ha ido evolucionando y se han ido añadiendo y corrigiendo datos, por la propia naturaleza y estructura de la entidad hace que las reacciones sean lentas.
Por otra parte, ignorar que las empresas que fabrican o usan estos compuestos no van a luchar con uñas y dientes para que se apruebe el uso de la molécula que les proporciona beneficios económicos, es un tanto inocente. Existe una lucha entre las entidades que deben cuidar de la salud de la población y las empresas del sector
La seguridad alimentaria obliga al uso de algunos de los aditivos alimentarios, como los conservantes, para que el producto alimenticio llegue al consumidor sin que en él hayan crecido microorganismos que nos puedan perjudicar, o que se haya vuelto rancio.
Pero la mayoría de los aditivos no proporciona a los usuarios un plus de seguridad. Actúan sobre el aspecto, textura… que sí, los hacen más agradables. Pero debemos de estar convencidos de que las características más agradables del producto no lo son a costa de nuestra salud.
Ante esta situación, como en otras ocasiones, mi recomendación personal es alejarse de los productos que tengan una larga lista de ingredientes, más aún, si contienen demasiadas E-XXX. Basar nuestra alimentación en frutas, verduras, legumbres, carnes y pescados, huevos, en general, alimentos que no precisan de envases nos acerca a la salud.