Marta Perdigó

Yo ya era una niña a la que no le interesaban los dulces, de hecho en mis cumpleaños soplaba las velas y no comía pastel porque no me gustaba. Mis preferencias siempre han sido de sabores salados más que de dulces. Aunque seguramente esto estuvo influenciado por el sobrepeso que tuve desde los 7 u 8 años hasta los 15 aproximadamente.

No me extenderé en lo que suponía ser una niña gordita en plena época infantil y adolescencia, ni por las dietas absurdas marcadas por endocrinos por las que pasé, ni los problemas por vestirse con el tallaje infantil de la época sin opciones, pero si quiero remarcar que estoy convencida que gracias a ello, este hecho hizo que de manera natural me haya alimentado siempre desde la coherencia, desde el “somos los que comemos” y no tener que lidiar dentro mi mente a la hora de escoger una manzana o un croissant, escogiendo de manera natural la opción más sana y adecuada a mi salud.

Creo realmente que es posible una sociedad nutricionalmente bien formada y coherente, es decir que de por sé las personas se alimenten correctamente, escogiendo la opción manzana ante la opción croissant de manera natural, intrínseco a la persona.

Por ello, con el paso de los años y mi creciente interés en nutrición y cocina, pensé que podría llevarlo a nivel profesional y es por ello que cursé el Técnico Superior de Dietética. Ampliando estos conocimientos con formación en Coaching nutricional, mi deseo es dejar un poquito de huella mía las personas, que se alimenten naturalmente con comida real sin suponer un sacrificio, sino como algo meramente necesario para vivir largo y con salud.

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