Conoce la Ley de la sincronicidad

¿Conoces la ley de la sincronicidad? Este artículo explica con claridad en que consiste y que podemos conseguir si prestamos atención a esas “casualidades”.

Conoce la Ley de la sincronicidad
María Pina Prieto
Músico-Terapeuta, Naturópata, profesora de Biodanza.
Investigadora sobre la relación entre pensamiento y sentir, y su repercusión en las enfermedades.

¿Qué significa sincronicidad?

Sincronicidad o sincrónico significa que ocurre al mismo tiempo que otro hecho o circunstancia, es decir que se produce de manera simultánea.

Sincronicidad también se refiere a la unión de los acontecimientos interiores, lo que pienso, siento o imagino con los exteriores, lo que realmente pasa.

¿En que consiste la ley de la sincronicidad?

Por tanto, la ley de la sincronicidad se manifiesta cuando ocurren casualidades o coincidencias significativas en nuestra vida.
Sincronías, sucesos aparentemente inconexos,  pero que tienen un significado para la persona que los experimenta. Pienso en algo y ocurre.
La sabiduría popular lo manifiesta con varios refranes: «hablando del rey de Roma, por la puerta asoma».

Os mostramos algunos ejemplos de sincronías que, sin duda, hemos experimentado todo en algún momento:

  • Pienso en alguien y me llama por teléfono.
  • Necesitaba información urgente y la recibo de la forma más inusitada.
  • Buscaba un libro agotado y de golpe una persona me lo manda por e-mail.
  • Debes efectuar un pago y no tienes dinero, éste llega de forma que no te podías imaginar.
  • Escuchas en la radio las palabras exactas que necesitabas oír.

¿Qué podemos conseguir con la ley de la sincronicidad?

Estas coincidencias pueden ser significativas y encerrar un regalo oculto. Puede ser la forma en que el Universo nos manda valiosa información,  que nos sirva para ayudarnos a encontrar sentido ante un desafío en un determinado momento, situación o circunstancia o incluso guiar nuestros pasos por la vida en momentos de duda o confusión.

Es nuestra conciencia la que hace que nos fijemos en determinadas cosas e ignoremos otras para que, por nosotros mismo, seamos capaces de encontrar la solución o respuesta a nuestros dilemas.

Existe una frase que he descubierto hace poco que dice:

«La casualidad es quizá el sinónimo de Dios, cuando no quiere firmar». La llamamos casualidad porque pensamos que ocurre por azar, sin embargo muchas filosofías dicen que las casualidades no existen.

¿Cómo experimentar la ley de la sincronicidad?

Estando alerta y consciente, para poder identificarlas en cuanto aparezcan y no perder valiosas oportunidades. Quien sabe lo que puede ocurrir si gracias a ellas tomamos la decisión adecuada, quizás puede ser el comienzo de nuestra nueva vida. Por tanto, nunca ignorarlas dejándolas pasar sin darles ninguna importancia.

Ya lo dicen los cabalistas desde hace muchos, muchos años:

TODO ES PARA BIEN

Todo es mensaje. Todo es significativo, todo tiene sentido y todo tiene un propósito. No hay casualidades, no existe el azar.

Todo está perfectamente entretejido por una trama sutil e infinita.

Todo es Luz. La realidad es un organismo completo. Todo es para Bien, ya que el Bien es la finalidad y el origen de la Creación.

Toda crisis nos lleva a un crecimiento. Sabio es quien aprende de todas las cosas.

Las coincidencias o casualidades pueden ser oportunidades que se nos presentan, si sabemos aprovecharlas.

A veces nuestra vida se ve afectada por un giro en el destino, bien por acontecimientos o encuentros «fortuitos» por «azar», por «casualidades» e incluso reveses del destino, que en un primer momento calificamos como algo  «malo» pero que quizás con el tiempo nos demos cuenta, que no fue tan malo ya que algo bueno nos trajo.

Volvemos a recordar lo que dicen los cabalistas:

Todo tiene un sentido, hay un plan oculto que dirige nuestros pasos, que todo tiene un por que, todo ocurre por algo, nada es porque si, nada es azaroso. Existe una energía cósmica inteligente que nos guía. Unos lo llaman Dios, otros providencia, otros suerte, fortuna, casualidad o azar.

El nombre que le adjudiquemos es lo de menos.

En nuestra vida ocurren situaciones o circunstancias que nos son impuestas, otras que aparentemente se nos imponen, y otras que claramente elegimos nosotros, pero somos libres hasta cierto punto y con ese libre albedrío que todo ser humano posee, escogemos nuestra actitud y consecuentemente como reaccionar al respecto. Decidimos si luchar o rendirnos. Insistir o desistir. Así que no estamos totalmente condicionados o determinados ante la vida o el destino.

La vida es misteriosa, no sabemos lo que nos ocurrirá, desconocemos el guión que representaremos. Debemos sacar partido a las oportunidades que se nos presentes, y quizás las sincronías nos puedan ayudar.

«Cada hombre tiene una vocación genuina que es encontrar el camino hacia si mismo»
Hermann Hesse,
Premio Nobel literatura, 1946

La realidad no es más que la forma que tenemos de ver la realidad, y justamente, es lo que crea nuestra realidad, por tanto lo más importante es nuestro pensamiento, nuestro sentir y nuestra actitud.

A veces el miedo, nos asusta tanto que nos bloquea y es entonces cuando nos dejamos limitar y coartar por nuestra mente, frenando con ello nuestra expansión, y dejamos de vivir nuestra vida y pasamos meramente a sobrevivir.

En nuestro corto entendimiento no podemos conocer la causa de todos los sucesos de nuestra vida, eso nos puede hacer caer en la desesperanza al creer que no podemos hacer nada para cambiar o re-dirigir nuestra vida.

La relación existente entre la causa y el efecto la llamamos efecto mariposa, y es cuando un pequeño cambio puede generar grandes resultados. Y muchas veces ese pequeño cambio es tan sólo un cambio de pensar y sentir que, automáticamente, provoca un cambio de actitud.  Para ello debemos aprender a auto-observarnos para poder descubrir nuestros patrones de reacción o arquetipos. Ya que es nuestra actitud ante los acontecimientos, y no los acontecimientos, lo que en última instancia crea nuestro destino.

Todos nuestros pensamientos, emociones, actitudes y actos tienen una repercusión en nuestra vida, y con ellos estamos eligiendo por activa y por pasiva, así que somos plenamente responsables de nuestras elecciones y si lo hacemos inconscientemente (sin conciencia) hemos de atenernos a las consecuencias. Toda lección que no se aprende estamos obligados a repetirla.

Dentro de nosotros existe un manantial de infinitas posibilidades, de nuestras decisiones dependerán las que se desarrollarán. Debemos aprender a fluir con la ley de la sincronicidad, ya que nos puede ayudar a encontrar el verdadero sentido a nuestra vida, para poder vivir una vida plena y satisfactoria, porque no hay nada más triste que una vida sin sentido.

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