Reunión en la Carpintería: un negocio con mucha solera

El viernes era el día elegido para mantener la reunión en la carpintería, ella continuaría con esos encuentros a los que tanto le gustaba asistir de niña.

Reunión en la Carpintería: un negocio con mucha solera
Abel García Arcas
Téc. Sup. en Actividades Físico Deportivas, Contramestre de Capoeira y Experto en Artes Marciales, Profesor de Acrobacias y Habilidades Sociales, Actor y Bailarín, Autor e Investigador de la Comunicación Emocional.

Reunión en la carpintería: un negocio con solera

Desde dentro ya se escuchaban sus zapatos aproximándose. Unas cuantas vueltas a la cerradura, algunos pasos más a tientas hasta el interruptor y de repente aquel magnífico lugar comenzó a despertar de su corto letargo. Ya eran las 7 de la mañana de un nuevo día y la magia debía comenzar, la reunión en la carpintería estaba a punto de comenzar.

Se trataba del viejo taller familiar, cedido de unas manos a otras durante cuatro generaciones. Allí todo un seguido de artistas artesanos habían dedicado sus vidas a dar increíbles formas a la madera. Ahora, tras la reciente jubilación de su padre, era ella quien lo regentaba con gran orgullo.

Tradición y tecnología

Desde luego, también la tecnología moderna había llegado hasta allí y, sin duda, el bisabuelo Rodrigo no reconocería o entendería el uso de la mitad de aquellos nuevos utensilios. Pero aún así seguía habiendo cabida en aquel mágico lugar para herramientas muy antiguas y singulares que, incluso con su aparente rudeza, conseguían llegar allí donde la tecnología no alcanzaba.

Así era cómo esta remozada artesana se entregaba a su trabajo con gran esmero y dedicación. Sabía cómo sacar el mayor partido a cada tosco pedazo de madera. Era capaz de aunar tradición y modernidad de manera pasmosa; cada herramienta, ya fuera vieja o nueva, tenía un cometido muy preciso que no podía ser realizado por ninguna otra.

Ella era consciente de todo esto. Por eso miraba cada madero de forma diferente o asía cada aparejo de manera única y por eso sus trabajos estaban a la altura de sus grandes antecesores. Además, su sabiduría y sensibilidad eran tales que lograba empatizar de inmediato con cada uno de sus clientes, incluso con aquellos más difíciles o exigentes; todos marchaban de allí con un increíble buen humor.

Y lo sabía porque lo había vivido. Desde bien niña había frecuentado el siempre ajetreado taller familiar donde vio a su padre dirigir aquel espacio con suma elegancia. Contaban sus trabajadores que no podían haber deseado un jefe o un trabajo mejores. Nunca gritaba o se enfadaba; por el contrario, siempre tenía una palabra agradable para cada uno de ellos. Sabía cómo levantarles el ánimo y potenciar sus habilidades.

Reunión en la carpintería

De hecho, aquellos viernes por la tarde de antaño eran el momento escogido para realizar la ahora tradicional reunión en la carpintería, en la cual todo el mundo tenía la oportunidad de expresarse abiertamente. Como una gran familia, empleador y empleados se sentaban en círculo para discutir cómo mejorar las condiciones de trabajo a fin de que éste resultara mejor para todas las partes.

A ella, pequeña entonces aunque no por ello ajena a lo que allí sucedía, le gustaba imaginar que también las herramientas tenían sus particulares reuniones en las que trataban de dejar sus diferencias a un lado. Señor Martillo… usted todo lo resuelve a golpes y, por si no fuera bastante, hace demasiado ruido, diría burlón el Señor Destornillador entre vuelta y vuelta.

Todos somos valiosos

Puede que resaltar las virtudes ajenas no siempre resulte tarea fácil. Pero no olvidemos que, como seres sociales que somos, todos deberemos interactuar, tarde o temprano, con otros individuos. Y llegado ese momento, siempre parece más conveniente utilizar buenas formas. O… ¿qué te motivaría más a ti? Todos sabemos bien que recibir una buena palabra de ánimo a tiempo puede alegrar el día o ayudar a afrontar convenientemente cualquier circunstancia.

Aunque lo olvidamos con demasiada frecuencia, todos tenemos un valor y un potencial más allá de la rentabilidad económica o laboral. Un valor que, independientemente del ámbito, se multiplica cuando lo compartimos o ponemos al servicio de otros. Quién es consciente de su verdadera valía nunca necesitará negar la suya a otro ser. Si quieres rentabilizar algo: cultiva sonrisas… te sorprenderás cuando llegue la recolección.

Valoración

4.4/5 - (7 votos)


Anterior artículo »
Siguiente artículo »