
¿Qué es la alimentación ecológica?
La alimentación ecológica se fundamenta en el consumo de alimentos/productos donde no se han utilizado químicos (ni de síntesis) para su elaboración o producción.
Además, los animales de los que se obtienen algunos de estos alimentos, como leche, huevos etc. han sido tratados bajo las directrices de las normativas de producción para la alimentación ecológica.
En la actualidad, es una alternativa a la producción convencional de alimentos, cada vez con mayor auge, no sólo por el mayor aporte nutricional y de calidad de los alimentos, sino por cuestiones de respeto animal y sostenibilidad.
¿Cómo surge esta tendencia?
Cuando acabó la II Guerra Mundial, surgieron dos hechos especialmente relevantes que cambiaron el destino de la agricultura y ganadería convencionales: un mayor índice de hambrunas a nivel mundial y la aparición de los primeros productos químicos (diseñados para la guerra, pero que se adaptaron para contrarrestar las plagas en los campos de cultivo).
Fue cuando surgió el movimiento “La Revolución Verde” (1940 – 1970) en EEUU, de la mano del Norman Borlaug, ingeniero agrónomo y algunas organizaciones internacionales agrícolas. Borlaug tenía la motivación de erradicar el hambre y la malnutrición en los países subdesarrollados, y para ello se centró en mejorar especialmente las variedades de los cultivos de maíz, trigo y otros cereales; apostando por los monocultivos, grandes cantidades de agua y de químicos como pesticidas y fertilizantes. Logró así, aumentar las producciones de 2 a 5 veces más que con el anterior sistema. En 1984, el grano mundial aumentó en un 250%, abasteciendo a los países con menos recursos y de una forma más accesible.
Pero ya en 1970, empezaron las primeras voces críticas del movimiento. Asociaciones de ecologistas y consumidores de a pie, se cuestionaban si realmente ese era el modelo más sostenible para el Planeta y saludable para el consumidor, dado que empezaban a publicarse los primeros estudios a cerca de los efectos secundarios del consumo de tanto químico en nuestros cuerpos, así como de la sobreexplotación a la que se estaba sometiendo a la tierra.
En esa época, recuperar “lo natural”, “lo de siempre”, “lo que la tierra genera naturalmente” estaba de nuevo en el punto de mira. Pero la realidad, es que casi la totalidad de la comunidad agrícola lograba grandes ganancias de productividad con ese sistema que se había creado. ¿Y ahora qué?…
Ventajas de la alimentación ecológica
Llegados a este punto (y en el que nos encontramos ahora) detractores y partidarios de recuperar la agricultura y ganadería ecológicas no han hecho más que defender sus teorías, mientras el consumidor sigue queriendo saber respuestas. Te explicamos algunos beneficios e inconvenientes que siguen en pleno debate en cuanto a la alimentación ecológica.
Como ventajas de la alimentación ecológica se citan algunas:
- Se producen y cultivan mediante técnicas respetuosas con el medio ambiente, y sin utilización de químicos de síntesis ni transgénicos (recordemos los famosos disruptores endocrinos, nitratos, hormonas, antibióticos, glifosato, etc.).
- Una de las importantes ventajas de la alimentación ecológica es que las propiedades nutricionales de los alimentos ecológicos son mayores y más concentradas (se estima que contienen un 13% más de potasio, un 56% más de calcio, un 49% más de magnesio, un 290% más de hierro y un 12% más de aminoácidos, entre otros).
- La calidad organoléptica de los alimentos ecológicos es mayor, debido a que conservan todos sus nutrientes sin alteraciones artificiales. Con lo que el consumidor percibe un mejor sabor, textura, color, olor…
- Los productos o alimentos ecológicos contienen un mayor porcentaje de materia seca y menos agua. Esto se debe a que no tienen fertilizantes químicos, lo que permite retener mejor la cantidad de minerales en proporción. Además de que, a mayor agua contenga un alimento, su tiempo de conservación disminuye.
- Al ser un sistema respetuoso con el medio ambiente, las formas de producción ecológicas permiten oxigenar mejor las tierras de cultivo y conservar su flora y fauna autóctona, logrando preservar la biodiversidad, permitiendo llevar a la mesa del consumidor los alimentos en su punto álgido y óptimo en armonía con lo que la Naturaleza aporta en ese momento. Esta es una de las más importantes ventajas de la alimentación ecológica.
Algunos inconvenientes
Pero también lanzamos los inconvenientes más extendidos respecto al consumo de la alimentación ecológica:
- El mayor escollo, el precio. Los que abogan por mantener y consumir según la agricultura y ganadería convencionales indican que los productos ecológicos son excesivamente caros y que, no está justificado su importe.
- El sistema convencional está tan arraigado en la sociedad, con enormes beneficios y organismos, Empresas, etc. vinculadas, que es difícil mover la rueda del cambio.
- La falta de información, dificultades para la producción y estructuras en la ganadería y agricultura ecológica son más latentes y difíciles de vencer que en el sistema convencional.
- La alimentación ecológica se percibe aún en muchos ámbitos, como una “moda cara” o “elitista”. Una idea que, aunque cada vez hay más cambio de tendencia, ha calado con fuerza en el inconsciente colectivo. Con lo que todavía no compite de lleno con el consumo de producción convencional, y al consumidor final le cuesta identificar realmente las ventajas de la alimentación ecológica.
¿Cómo identificamos un producto o alimento ecológico?
Hay normativa reguladora que certifica cuándo un producto es o no ecológico. Pero ¡cuidado!, también hay mucha publicidad engañosa al respecto que vamos a aclarar.
Como hemos dicho, el repunte del “volver a lo natural” ha hecho que, las marcas que no se mueven en el terreno de la producción ecológica, pero que tampoco quieren perder cuotas de mercado, se aprovechen del todavía desconocimiento en la materia que pueda tener el consumidor final. Es por ello que surgen términos como: natural, de granja, de corral, de campo, de la abuela, caseros… que junto a un buen marketing en packaging y de envasado, pretenden atraer al cliente a que crea que esos productos pueden ser ecológicos, biológicos u orgánicos. Y sólo estos 3 términos son los que pueden certificarlos como tal según normativa europea. En España y Alemania, lo habitual es el nombre ecológico. Mientras que en los países anglosajones estilan más orgánico y en países como Francia, optan por el término biológico.
En cualquier caso, los productos o alimentos ecológicos, además de la terminología adecuada que hemos comentado, deben de tener visibles en los envases y paquetes los correspondientes sellos distintivos y certificadores. Actualmente, el sello que otorga esta cualidad se llama Eurohoja o Ecohoja.
Para ello, existen unos Organismos Reguladores y Certificadores que, basándose en legislación europea, autorizan a certificar un alimento ecológico cuando se han cumplido los requisitos de producción, crianza y distribución según lo establecido. Esto garantiza al consumidor final que el producto que adquiere, realmente es ecológico, biológico u orgánico.
¿Son también los productos de proximidad, Km. 0 o de temporada ecológicos?
La respuesta es: no tienen por qué serlo. Esto es importante aclararlo, dado que también hay bastante confusión al respecto.
Como decíamos, muchas marcas que saben del creciente interés de la sociedad por el consumo de alimentos ecológicos, pero que no disponen de ellos, pretenden despistar para lograr vender igual. Y en algunas ocasiones, se pretende hacer creer que los términos: de proximidad, de Km.0 o de temporada, es sinónimo de alimentos ecológicos. Pueden serlo y pueden no serlo. Para salir de dudas, te hemos dado detalles de cómo identificar realmente si un alimento/producto es ecológico o no.
También cabe decir, que para muchos, estos productos ofrecen un punto intermedio entre los convencionales y los ecológicos, sobre todo, a nivel de precio. Ya que, son productos de producción cercana o local, con lo que también conservan mucho sus propiedades nutricionales y organolépticas, pero al no ser ecológicos, su precio no es tan elevado. Además de favorecer a las economías del lugar autóctono.
Como apunte final, recordar que los productos ecológicos nos garantizan que nos llevamos a la mesa un alimento sin pesticidas, herbicidas, hormonas, químicos… pero ello no implica que un producto insano (muchos procesados y ultraprocesados) sigan siendo eso, insanos. Por mucho que los certifique la famosa eurohoja. Al igual que, un producto ecológico, producido a 5.000 kms de distancia, con los impactos hacia la biodiversidad del lugar que comporta, también sería interesante plantearse hasta qué punto puede ser ecológico o no.
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