Beneficios de la ducha Escocesa

Utilizada en los balnearios tradicionales la ducha escocesa ha entrado en los hogares por sus beneficios saludables al alternar calor y frío a presión.

Beneficios de la ducha Escocesa
Candela Vizcaíno
Doctora en comunicación, poeta, escritora y mamá. Periodista y redactora en vida sana, lenguaje de los símbolos, literatura, arte, viajes y moda.

¿Qué es la ducha escocesa?

Es un tratamiento tradicional de los balnearios que empezaron a proliferar a finales del siglo XIX. Consiste, en esencia, en suministrar, con gran fuerza, chorros de agua a presión. La temperatura se va alternando de tal manera que, tras disfrutar del agua caliente, llega la fría.

Aunque los modernos aparatos no discrimen por zonas del cuerpo, algunos establecimientos más exclusivos ofrecen un servicio más selectivo.

Así, de forma manual, el agua caliente se proyecta sobre hombros y espalda (donde se acumula la tensión). Y el agua fría se concentra en la parte inferior del cuerpo. Con esto movimiento se consigue estimular la circulación periférica. Suele combinarse con la sauna.

¿Cuáles son los beneficios de la ducha escocesa?

No solo es un tratamiento tradicional de belleza, es también una forma agradable de recuperar la salud. Por supuesto, solo está indicada para una serie de dolencias.
Estos son algunos de los beneficios de la ducha escocesa:

  • La ducha escocesa es perfecta para descongestionar el sistema muscular en personas con sobrecarga física de trabajo.
  • Ayuda a mantener el estrés a raya, a calmarse y a relajarse.
  • La alternancia de frío y calor unida a la presión del agua sobre zonas específicas activa la circulación sanguínea.
  • Uno de los importantes beneficios de la ducha escocesa es que ejerce un efecto tonificante sobre la piel.
  • Parece tener también un discreto beneficio sobre algunas enfermedades respiratorias de índole asmática, alérgica e, incluso, psicológica.
  • El uso continuado de la ducha escocesa, tiene efectos positivos sobre el sistema inmune. Previene, así, enfermedades víricas e infecciosas de todo tipo.

¿Únicamente se puede disfrutar en balnearios y spas?

Hasta hace pocos años, era uno de los tratamientos tradicionales de los balnearios más consolidados. En estos establecimientos formaban (y forman) parte del ritual diario. Normalmente se compagina con sauna o con piscina de chorros. La sesión se realiza con profesional que va dirigiendo el agua hacia zonas concretas.

Si bien no hay ningún impedimento para disfrutar de estas terapias, al día de hoy, existen cabinas ya preparadas que pueden instalarse en casa como una ducha corriente. Las medidas, en algún caso, son las mismas que los modelos estandarizados. Eso sí, el precio suele triplicar el de uno corriente.

Este tipo de productos tiene la ventaja, por supuesto, de tenerlo en casa y poder, así, disfrutar a diario. El inconveniente es que no dan el mismo resultado que los tratamientos de balneario controlados por otra persona.

¿Tiene alguna contraindicación?

Solo las lógicas:

  • No deben utilizarla embarazadas, ni niños pequeños, ni personas enfermas.
  • Tampoco se deben dirigir los chorros hacia zonas con heridas abiertas.
  • Se desaconseja su uso en personas con dolencias cardiacas de entidad. Sin embargo, es magnífica para varices, venillas y piernas pesadas.

¿Cómo aprovechar los beneficios de la ducha escocesa en casa?

Con el método expuesto más arriba, pero también puedes acostumbrarte a disfrutar de los beneficios de la alternancia frío-calor con una ducha corriente. Solo tienes que ir cambiando la temperatura.

Es mejor que sigas las pautas de los spas y que incidas el agua caliente en hombros, espaldas, pecho y brazos. Reserva el agua fría para el final, para las piernas. Comienza desde los tobillos y ve subiendo hasta las caderas.

Con eso conseguirás tonificar y revitalizar todo el cuerpo.

¿Sabías que…?

Los beneficios de la alternancia de agua caliente con fría ya se conocían en la época romana. Los tan populares baños imperiales, antecedentes de los modernos spas y balnearios, tenían una sala caliente, otra templada y otra fría. No se utilizaba la presión, pero sí piedras de distinta temperatura.

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