
Quién más o quién menos ha seguido alguna dieta en algún momento de su vida. Y el motivo más habitual para querer hacerlo suele ser mayoritariamente la pérdida de peso. Y si encima, esta se produce rápidamente, pues mejor aún. Es por ello que recurrimos a las dietas estrictas.
Sin embargo, esto no es garantía ni de efectividad, ni de buena salud. Por eso lo recomendable siempre es ponerse en manos de un profesional que nos ayude a planificar un buen plan dietético personalizado.
Qué son las dietas estrictas
Dietas estrictas hay muchas: monodietas, dietas hiperproteicas, dietas hipocalóricas, dietas disociadas, dieta alcalina, dieta vegana, dieta macrobiótica, dieta paleolítica… Muchas se ponen de moda durante un tiempo, pero otras se mantienen a lo largo de los años. Pero, ¿en qué consisten estas dietas estrictas?
Todas ellas tienen en común priorizar algunos alimentos y excluir muchos otros de nuestra alimentación. Lo más habitual es suprimir los hidratos de carbono de la dieta y priorizar el consumo de proteinas (dieta Atkins, dieta Dukan…). En otras, lo que se suprimen son precisamente las proteinas de origen animal (dietas vegetarianas o veganas).
Esto puede provocar carencias importantes de nutrientes esenciales para nuestro organismo (déficit de vitaminas, sobretodo del grupo B, y de minerales, como el calcio o el hierro) y desequilibrar nuestro metabolismo (alteraciones hormonales).
Incovenientes de las dietas estrictas
Normalmente, cuando se realiza una dieta estricta se consigue una pérdida de peso importante, sobre todo al principio, pero al ser tan restrictivas cuesta mantenerlas en el tiempo, ya que resultan monótonas y aburridas, y el renunciar a los alimentos «prohibidos» muchas veces genera un estado de ansiedad que al final hace que la persona caiga en la tentación de pegarse un atracón y la consecuencia de ello es que acaba recuperando el peso perdido, e incluso, algunos kilos más. Si se sostienen durante un largo período de tiempo, el metabolismo se estanca, para asegurarse la reserva de energía, y a la que la persona abandone la dieta y vuelva a comer como antes, le será mucho más difícil perder peso, ya que su metabolismo se habrá vuelto lento.
Por eso, es habitual recuperar los kilos perdidos e incluso ganar unos cuantos más. Es lo que conocemos como efecto rebote o efecto «yo-yó».
Efectos de las dietas estrictas sobre la salud
El restringir o sobrepasar la ingesta de algunos alimentos o nutrientes durante un período prolongado de tiempo puede provocar graves consecuencias para la salud. Una dieta hipocalórica (algo habitual en este tipo de dietas estrictas), además de un déficit de nutrientes general (vitaminas, minerales, carbohidratos, grasas, proteínas) hará que perdamos masa muscular (no masa grasa, que sería lo que nos interesaría), lo que nos llevará a sentirnos débiles y fatigados, y con más posibilidades de sufrir lesiones musculares y debilitamiento de los huesos, lo que puede desencadenar en fracturas o en enfermedades como la osteoporosis.
Pero también seguir una dieta estricta puede provocar alteraciones en el metabolismo, alterando nuestras hormonas, afectando a nuestra fertilidad, por ejemplo, o influyendo en nuestro estado de ánimo. Muchas personas que están a dieta suelen estar más irascibles, tienen dificultad para conciliar el sueño, padecen ansiedad, una sensación de hambre contínua, y todas estas alteraciones pueden desembocar en una gran depresión. Esto ocurre especialmente cuando se siguen este tipo de dietas estrictas por cuenta propia, sin el seguimiento de un profesional.
Y por el contrario, el abuso de ciertos nutrientes, sobretodo en las dietas hiperproteicas, que además sean pobres en verduras y frutas y ricas en grasas saturadas de baja calidad, podrían llegar a generar problemas cardiovasculares, insuficiencia renal o aumento de la tensión arterial.
Es imprescindible acudir a un dietista o nutricionista
En conclusión, si queremos hacer una dieta para perder peso o por algún otro motivo de salud, es necesario acudir a un profesional, dietista o nutricionista, que nos diseñe un plan dietético personalizado, que se ajuste a nuestras necesidades, tanto a nivel de ingesta de nutrientes esenciales como a nuestros hábitos y a nuestros horarios.
Una dieta saludable no sólo se basa en una buena alimentación, sino que supone un cambio de hábitos y de estilo de vida, que debe poder mantenerse a lo largo del tiempo. Esto es imprescindible si queremos que nuestra dieta sea asequible, duradera, equilibrada y para nada, aburrida. Sino todo lo contrario. Porque comer, además de ser una necesidad básica, también debe de ser un placer.