
¿Dieta o filosofía de vida?
Más que una manera de alimentarse se trata de una filosofía de vida. Respetuosa con el medio ambiente, natural y viva.
Gran parte de los adeptos a la dieta crudívora suelen ser veganos, basando su alimentación en verduras, hortalizas, frutas, semillas, frutos secos y algas, sin embargo, también hay un grupo de ovolactovegetarianos que incluyen el consumo de lácteos no pasteurizados y huevos crudos. Otros, además, consumen carne y pescado crudo.
Métodos de preparación
Aunque en una dieta crudívora se ingieren, principalmente, los alimentos en crudo, se aceptan algunos métodos de preparación como deshidratados, macerados, fermentados, germinados y encurtidos.
Los productos germinados, que se obtienen poniendo en remojo semillas, ofrecen alta disponibilidad de vitaminas y hacen más digeribles alimentos como las legumbres y cereales.
Los encurtidos, para los que suele utilizarse vinagre, aportan un toque de sabor ácido y algo agrio a las comidas.
Los fermentados, hechos con agua, sal y algún fermento o levadura, son excelentes probióticos que aumentan nuestra salud intestinal, favorecen la digestión y refuerzan el sistema inmunológico.
Beneficios de la dieta crudívora
Como comentaba al principio, llevar una dieta crudívora es más un estilo de vida, es estar en sintonía con la naturaleza, con la vida. Respetuosa con nosotros mismos y con el medioambiente. La tierra nos da todo lo que necesitamos para nutrirnos.
Veamos algunos de los beneficios de la dieta crudívora:
- Beneficios para el medio ambiente: desde el punto de vista ecológico, al no procesar ni cocinar los alimentos se ahorra tiempo, dinero, energía y contaminación ambiental proveniente de la industria alimentaria: plásticos para empaquetar, gases contaminantes, residuos en aguas, etc.
- Más energía: al consumir alimentos vivos nos sentimos con más energía, se favorece la depuración del organismo y mejora la salud.
- Mayor aporte nutricional: al no exponer a elevadas temperaturas los alimentos estos conservan sus macro y micronutrientes esenciales, vitaminas y antioxidantes. Las altas temperaturas destruyen nutrientes como vitaminas, especialmente vit. C y vit. B, minerales y ácidos grasos, desnaturaliza las proteínas, convierte las grasas en cancerígenas. Además, que métodos de cocción como la parrilla o el grill liberan sustancias tóxicas y degenerativas para nuestro organismo.
- Menos tóxicos: los alimentos crudos presentan menos toxicidad para nuestro organismo, manteniéndolo sano y limpio, pues al no ser procesados están libres de sustancias que se añaden industrialmente como grasas trans y saturadas, aditivos y colorantes artificiales, que además de no aportar ningún nutriente, son tóxicas, que a largo plazo provocan intolerancias, alergias e incluso enfermedad y obligan al organismo a realizar un sobreesfuerzo, tanto para digerirlas como para eliminarlas.
- Mayor hidratación por el agua que aportan los vegetales y frutas, y mayor oxigenación para la sangre y las células. Antioxidantes que frenan el envejecimiento.
- Mejor absorción de nutrientes: las enzimas presentes en los alimentos crudos, que se destruyen al cocinarlos, permiten una mejor absorción de los nutrientes y facilitan la digestión, haciéndola más rápida y ligera, evitando así que los alimentos fermenten el organismo y acelerando la eliminación de deshechos.
Todo ello nos hace sentir más sanos y vitales.
Precauciones que debemos tener en cuenta
En una dieta crudívora es importante asegurar la calidad y buen estado de los alimentos, pues el consumo en crudo tiene el riesgo de contaminación por bacterias y microorganismos, sobre todo cuando se trata de productos de origen animal.
Es conveniente el consumo de productos ecológicos para evitar pesticidas y otras substancias nocivas de los alimentos vegetales, pero también en el caso de consumir carnes, huevos y pescados tener la garantía de que los animales hayan sido alimentados naturalmente y sin abuso de medicamentos.
Una dieta crudívora puede causar déficit de minerales como calcio, hierro y zinc debido a los antinutrientes presentes de manera natural en algunos alimentos, que son unas substancias que disminuyen su absorción.
Algunos de estos antinutrientes son los oxalatos en vegetales como espinaca y remolacha, los fitatos en cereales, semillas, legumbres y frutos secos, las saponinas y los taninos. Con la cocción se destruyen estas sustancias, pero en una dieta raw food pueden evitarse poniendo en remojo unas horas las semillas, frutos secos y legumbres, o germinando, así como prestar atención a la combinación de alimentos no consumiendo aquellos ricos en hierro o calcio con los que inhiban su absorción, asimismo, procurando no abusar de su consumo.
La carencia de proteínas es habitual en este tipo de dietas.
Recomendaciones para seguir una dieta crudívora
Por lo comentado anteriormente sobre las precauciones en dieta crudívora se desaconseja especialmente en embarazadas, lactantes, niños o adolescentes.
Si te decides a seguir una dieta crudívora, mejor ponte en contacto con un asesor nutricional.
Como en todo, el equilibrio es la clave. Adecuar la alimentación a cada estación del año, siendo primavera/verano la mejor época para adoptar una dieta raw food, y otoño/invierno introducir cocciones ligeras, vapor y plancha, combinando así crudos con cocinados, intentando ingerir igual o mayor cantidad de alimento crudo que cocinado.
En este caso, es más beneficioso para la digestión y asimilación de nutrientes, ingerir primero los alimentos en crudo y después los cocinados o conjuntamente.
Imprescindibles en tu despensa si te decides por una dieta crudívora:
- Frutas frescas de temporada.
- Verduras y hortalizas frescas de temporada.
- Semillas y frutos secos.
- Legumbres germinadas o secas para germinar.
- Algas marinas.
- Alimentos fermentados crudos como chucrut y kéfir
- Encurtidos crudos.
- Aceites de coco, de semillas, de aguacate, de oliva virgen extra, mantequilla y cremas para untar de semillas y frutos secos.
- Hierbas aromáticas: perejil, menta, cilantro, hierbabuena o tomillo.
- Especies como cúrcuma, pimienta negra en polvo
- Vinagre de arroz, manzana o balsámico.
- Sal marina, sales de hierbas y ajo
- Azúcar de coco, sirope de arce, estevia, miel cruda y polen de abejas y flores, dátiles, cacao en polvo.
- Productos deshidratados.