
La adolescencia
La adolescencia es un momento importante en la vida, en el que comienza a trazarse el rumbo de la trayectoria de adultos y suele ser una etapa que genera muchos conflictos que, en ocasiones, los adultos no sabemos enfrentar.
El adolescente se abre, su círculo de amistades se expande exponencialmente, y, con él, el potencial de los conflictos al chocar los intereses propios con los de los demás.
Un adolescente ha de aprender con empatía estrategias naturales para alcanzar sus fines personales mejorando su socialización. Sin embargo, este aprendizaje está mediatizado por la ausencia de experiencias previas, y, en ocasiones, también por una inmadurez de la que habrá de salir. Un adolescente es en muchos aspectos especial.
La esencia del carácter adolescente
Parafraseando las palabras del doctor Stanley Hall, un adolescente se mueve y se conmueve entre las fuerzas que produce su entorno y las que crea cuando reacciona con él, para agitarse como un extraño, tan inocente como un ángel, tan capaz como un héroe, lleno de vanidad como la que pavonea un pavo real, tan atado a la pereza como un asno, tan agitado como un toro y por supuesto lleno de irritación como una pequeña dama.
Conflictos en la adolescencia: naturaleza del conflicto
Pero ¿qué es ese conflicto? ¿Cómo se vive? Podríamos referirnos a los conflictos en la adolescencia como una frustración, un estado de disconformidad, que es consecuencia de no haber alcanzado satisfactoriamente unas metas propuestas, idealizadas o no.
Un conflicto personal que está mediatizado por las emociones derivadas del entorno y de las propias a las que potencian sentimientos contradictorios, muchas veces agitados por la inmadurez que se vive de una manera negativa. El conflicto es, en cualquier caso, una interpretación absolutamente subjetiva.
Construcción de un nuevo mundo
Los adolescentes ansían construir su nuevo mundo, forjar una identidad, muchas veces fuera de la realidad, encontrar el amor perfecto, oscilando entre el individualismo y su necesidad de formar parte de grupos en los que se sienta acompañado y reflejado.
Conflictos que surgen consigo mismo, que el propio adolescente vive y sufre como contradicciones para las que no tiene una respuesta eficaz, con su familia y sus hermanos, como consecuencia de una percepción que ha cambiado para el concepto de autoridad, de una rivalidad que se vive en el mismo terreno emocional.
Las puestas en escena del conflicto
Las puestas en escena de los conflictos en la adolescencia están tipificadas:
- Afectividad en retroceso hacia los padres al entender que menoscaban la autonomía y la independencia personal, un tipo de sensación de libertad.
- Ignorancia hacia las reglas y hacia los valores comunes entendiéndolos también como una causa que atenta los propios.
- Regreso a etapas anteriores, con reacciones infantiles, berrinches que funcionaron como bebés y que ahora se muestran con el mismo fin pero extraordinariamente aumentados en su puesta en escena.
Más allá de que los conflictos de los adolescentes tengan una función de afianzar su identidad, sus consecuencias son improcedentes, para el mantenimiento de la paz y la armonía en el hogar familiar, van en contra de la propia estabilidad y seguridad del adolescente.
Pero ¿cómo resolver los conflictos en la adolescencia? ¿Cómo ayudar a crecer y a madurar al adolescente?
Resolución de los conflictos en la adolescencia
Lo que NO hay que hacer:
- No hay que huir: Una estrategia es buscar el apoyo de especialistas, de psicólogos, de terapeutas con experiencia en el trabajo con adolescentes. Negar el conflicto solo supone abrir una brecha entre el adolescente y su entorno por desocupación. El papel de la familia es importantísimo, así como la pervivencia de los roles de sus miembros.
- No hay que acomodarse: Acomodarse a la situación de un adolescente en conflicto es otra forma de negar el problema. Las reacciones del adolescente en conflicto pueden pasar por el victimismo, por la pervivencia de sensaciones de miedo e inseguridad o una búsqueda de llamar la atención. Darse cuenta de que se trata de un patrón de comportamiento no deliberado, es reconocer el problema de conducta. La ayuda interna y externa es fundamental.
- No enfrentamiento: Una reacción típica es no buscar el enfrentamiento ante las reacciones del adolescente. Huir de un encaramiento del problema es mantener vivo el conflicto y alejada toda solución creativa y viable.
- No hay que decir que sí a todo: Ceder, decir que sí a todo, es una manera de dejar de buscar maneras de solucionar el conflicto adolescente, un atajo fácil que sólo conduce a que se mantenga el status quo negativo que se puede estar arrastrando.
- Competencia insana: Mantener una actitud de hostilidad y de rivalidad con el joven basada en el menosprecio mutuo o en el rencor sólo aviva la llama de la beligerancia. Entender que el joven sufre con su comportamiento más allá de lo que dice o hace mejora la perspectiva de la situación.
Lo que SÍ hay que hacer
- Negociar: Se trata de abordar el problema del conflicto con imaginación desde una perspectiva abierta, pero teniendo en cuenta los roles de cada cual. Los padres son padres y no amigos que se entienden en el terreno de la confidencia. Ante todo flexibilidad en este aspecto, pero sin olvidar el papel paterno y materno.
- Mejorar la comunicación a todos los niveles: Comunicación cercana, humana, asertiva por más calificativos.
- Buscar la cooperación y la complicidad de todos los miembros de la familia.
- Ser proactivos, o lo que es lo mismo, adelantarse a los actos y, por extensión, a las consecuencias del comportamiento del joven.
Estas son algunas de las claves básicas para solucionar los conflictos en la adolescencia que nunca tendrá un encaje si no hay amor y una sencilla pero decidida predisposición a sentir el conflicto del adolescente como algo propio.
Del conflicto adolescente se sale con inteligencia… emocional.
¡Ya conoce las estrategias! Si las necesita, le toca actuar.