
Reducir la rica, deliciosa y saludable alimentación japonesa al sushi o sashimi es como circunscribir la también exquisita y beneficiosa dieta mediterránea al gazpacho o a la paella.
Y de las bondades de la dieta nipona nada más que destacamos dos datos: 1º es el país del mundo con mayor longevidad (la esperanza de vida se sitúa, de media, en 86 años) y 2º el número de centenarios no hace más que aumentar desde hace cuatro décadas.
Es verdad que la gran mayoría de la población vive en pequeñas localidades cultivando aficiones y costumbres tremendamente saludables y esto contribuye a estas cifras.
Pero, tampoco es menos cierto que también tiene que ver una alimentación sana en extremo, equilibrada, hipocalórica y que prima los productos frescos de la huerta y del mar.
Historia de la dieta japonesa
Hasta la Revolución Meiji, en 1868 (cuando se abolió la casta de los samuráis, se abrieron las fronteras del país y comenzó su proceso de occidentalización), el pueblo japonés solo se alimentaba de cereales (mijo, sorgo y arroz), legumbres (sobre todo la soja), vegetales de la huerta y productos del mar (pescados azules y algas).
El consumo de aves era muy reducido, mientras que las carnes rojas, lácteos y huevos no estaban presentes en los menús de los japoneses.
Todo eso cambió con los intercambios que se produjeron a finales del siglo XIX y, sobre todo, tras la Segunda Guerra Mundial, cuando se asentaron compañías internacionales de restauración con productos que pueden calificarse de cualquier manera menos de saludables.
¿Cómo es la dieta japonesa?
¿Cómo es la dieta japonesa? Pues es una dieta muy saludable que pesar de esa invasión (para mal) de costumbres culinarias ajenas, ha sabido conservar sus características:
- Ni en los postres se utiliza el azúcar. El dulzor proviene de la glucosa natural de frutas, verduras y legumbres. El chocolate es de uso reciente.
- A pesar de ser famoso su buey de Kobe, apenas consumen carnes rojas.
- Se está introduciendo el jamón de jabugo de pata negra (el de mejor calidad), pero es una delicia exótica. El cerdo tampoco forma parte de la dieta tradicional.
- Las carnes que más gustan son las de ave (pollo, oca o pato).
- Los pescados llegan a la mesa extremadamente frescos, crudos o muy poco cocinados. Así se conservan todo su sabor y micronutrientes. Son favoritos los atunes, salmones, pulpos o mariscos.
- Las algas autóctonas forman parte de la dieta habitual.
- No utilizan productos derivados de la leche ni del huevo. La gran mayoría de los japoneses son intolerantes a la lactosa.
- No hacen uso de especias, salsas espesas ni aderezos.
- Cocinan con aceite vegetal y los fritos no son muy comunes.
Alimentos de la cocina japonesa
Aunque no se puede reducir una gastronomía variada a esta lista escueta, estos son imprescindibles:
- El cereal favorito es el arroz.
- Aunque son habituales otras legumbres, hay toda una cultura alrededor de la soja y sus derivados. La salsa de soja (en cuanto a la ceremonia se refiere) recibe un tratamiento similar al del vino. Lo mismo sucede con el tofu (el queso de soja). Los brotes de esta legumbre se utilizan para casi todo.
- El atún y los pescados de sus costas son la principal fuente de proteínas.
- Imprescindibles las verduras de la huerta como col china, rábano, calabaza, zanahorias, judías, bambú, setas shiitake (con impresionantes cualidades nutricionales y saludables), cebolletas, patatas, batatas o boniatos.
- El vinagre de arroz o de sésamo es el aderezo más común.
Y, por último, la dieta japonesa tiene una cocina con mucha ceremonia. La comida tiene que estar bien presentada, recién hecha y con emplatados especiales. Su famoso té verde es distinto al que se suele consumir en Occidente. Es en polvo, se bate para prepararlo y es de sabor bastante fuerte.