Causas de las enfermedades autoinmunes, algunos consejos

Este artículo nos habla de las causas de las enfermedades autoinmunes y ofrece consejos para prevenirlas y para mejorar si ya padecemos alguna de ellas.

Causas de las enfermedades autoinmunes, algunos consejos
Alexandra Rodes
Dietista especializada en PNI Clínica, con una visión global e integrativa de la salud. Considero el estado de aprendizaje como un estado natural, esencial además en mi profesión, como guía terapéutica hacia una mejor salud y calidad de vida.

¿Qué es una Enfermedad Autoinmune?

Las enfermedades autoinmunes se producen cuando las defensas inmunológicas normales del cuerpo se desajustan y, en lugar de atacar a los patógenos, o además de ello, atacan al propio cuerpo. En este artículo vamos a conocer las causas de las enfermedades autoinmunes y algunos consejos para su prevención.

La autoinmunidad se caracteriza por cuatro componentes generales:

  • Un desequilibrio entre las células T efectoras, que defienden el cuerpo produciendo una respuesta inmune, y las células T reguladoras, que suprimen la respuesta inmune.
  • Eliminación o control defectuoso de las células inmunes autorreactivas, que son capaces de atacar al cuerpo.
  • Un sistema inmunológico en alerta crónica.
  • Inflamación generalizada.

Actualmente se conocen más de 80 enfermedades autoinmunes diferentes. Algunas son bien conocidas, como la diabetes de tipo 1 y la esclerosis múltiple, mientras que otras son raras y difíciles de diagnosticar.

Las enfermedades autoinmunes afectan de manera desproporcionada a las mujeres. Este fenómeno puede estar vinculado al efecto supresor de la testosterona, que es mucho mayor en los hombres, o a la producción de células B, células inmunitarias que pueden llegar a ser auto-reactivas y desencadenar una reacción autoinmune.

El enfoque convencional del tratamiento de las enfermedades autoinmunes se basa en gran medida en el uso de fármacos. Y si bien éstos son eficaces para suprimir los síntomas, también pueden tener efectos secundarios de gravedad significativa. Y lo que es más importante, tal enfoque de tratamiento no aborda ni soluciona las causas subyacentes de la autoinmunidad.

Causas de las enfermedades autoinmunes

Veamos cuales son algunas de las causas de las enfermedades autoinmunes, estas enfermedades surgen por combinación de factores genéticos y ambientales.

Sin embargo, la genética sólo representa alrededor del 25% del riesgo de desarrollar una enfermedad autoinmune, mientras que el  75% restante tiene que ver con el entorno o factores ambientales, o lo que entendemos como epigenética.

Es muy importante saber que el intestino es la base de nuestra salud, y es donde reside el 80% del sistema inmunitario, la salud de ambos está por tanto muy ligada.

Es en el intestino donde mayor interacción se da con el mundo exterior, al tomar los nutrientes de los alimentos y al mantener «fuera» a las bacterias, los patógenos y los alimentos no digeridos. Cuando el intestino pierde la capacidad de discriminar entre lo necesario o bueno y lo problemático o malo, es cuando hablamos de «leaky gut» o intestino permeable, un intestino con fugas que permite el paso de todo tipo de moléculas hacia el torrente sanguíneo o interior de nuestro organismo, algo que de otro modo o con una barrera intestinal saludable no ocurriría.

El intestino es naturalmente permeable a moléculas muy pequeñas para absorber los nutrientes de los alimentos. De hecho, la regulación de la permeabilidad intestinal es una de las funciones básicas de las células que recubren la pared intestinal. Pero una mala dieta, las toxinas, los medicamentos, las infecciones y el estrés pueden hacer que estas uniones estrechas se rompan, y cuando esto sucede se incrementa el riesgo a la autoinmunidad.

En cuanto a la genética, variaciones específicas en los genes, o lo que se entiende por polimorfismos, establecen un  escenario propicio para la autoinmunidad al alterar la regulación de las células inmunes. Los factores ambientales interactúan con estos genes, siendo determinantes en la aparición finalmente o no de la enfermedad autoinmune, de ahí ese importantísimo 75% de las causas que comprenden.

Con respecto a los polimorfismos mencionados, hablamos por ejemplo del antígeno leucocitario humano (HLA). El sistema HLA juega un papel crucial en la presentación de antígenos (toxinas u otras sustancias extrañas) al sistema inmunológico, y por tanto los polimorfismos en los genes HLA pueden perjudicar la respuesta inmunológica frente a los antígenos. HLA-DQ2 y HLA-DQ8 son bien conocidos por su papel en la enfermedad celíaca,  el HLA-DRB1 está relacionado con la artritis reumatoide, y el HLA-B27 con la espondiloartritis. Las variaciones en los genes de las citoquinas también pueden aumentar el riesgo de enfermedades autoinmunes al producir cantidades excesivas de moléculas pro-inflamatorias.

Es crucial resaltar una vez más que aunque los  genes mencionados aumentan el riesgo de autoinmunidad no garantizan ni mucho menos que se produzca. Los factores ambientales tal y como señalé son los que  verdaderamente propician o con más probabilidad desencadenan finalmente la cascada autoinmune.

Como hemos visto son muchas las causas de las enfermedades autoinmunes, a continuación también vamos a conocer los factores de riesgo y algunos consejos para prevenir la aparición de este tipo de enfermedades.

¿Cuáles son los factores de riesgo? ¿Qué podemos hacer para prevenir las enfermedades autoinmunes?

Son muchos los factores de riesgo, entre ellos factores medioambientales, que pueden ser causas de las enfermedades autoinmunes, veamos cuales son estos factores de riesgo y cómo podemos intentar minimizar sus efectos:

  • Disbiosis y permeabilidad intestinal: la disbiosis observada en las enfermedades autoinmunes se asocia con la disminución de la función y la diversidad de las bacterias, el deterioro de la barrera epitelial (intestino permeable) , la translocación de bacterias, inflamación, y la disminución de las células T reguladoras (Tregs) en el intestino.Las hipótesis propuestas para vincular la disbiosis con las enfermedades autoinmunes incluyen el mimetismo molecular, la perpetuación de la autoinmunidad por un medio o entorno inflamado amplificado o exacerbado por el desequilibrio de la microbiota intestinal, la alteración de la expresión de los receptores tipo Toll (TLR) en las células presentadoras de antígenos, el desequilibrio de las células T helper 17 (Th17)/Tregs, y la modificación postraduccional de proteínas luminales (PTMP) promovidas por las enzimas de la microbiota disbiótica, que modifican los sustratos de manera diferente a la realizada en condiciones homeostáticas.Por otra parte, la infección bacteriana induce la apoptosis (muerte celular) de las células epiteliales intestinales, lo que en última instancia permite la producción de células T autorreactivas.Como vimos, cuando el intestino presenta fugas (leaky gut) se favorece que todo tipo de moléculas incluidas las bacterias viajen hacia el interior del organismo o entren en la circulación sistémica, con ello pudiendo desencadenar una reacción autoinmune.En conclusión, cuidar nuestra microbiota y salud intestinal es clave, algo que lograremos a través de buenos hábitos de vida y una alimentación saludable y adecuada.
  • Nacimiento por cesárea vs vaginal: es probable que los lactantes nacidos por cesárea tengan una microbiota intestinal colonizada por bacterias anormales, entre ellas el Staphylococcus de la piel de sus madres o de los médicos y otras personas que asisten al parto, así como los patógenos que se encuentran en los hospitales. Por el contrario, los bebés nacidos por vía vaginal son colonizados por las bacterias vaginales de su madre, entre las que se encuentran los Lactobacillus beneficiosos. Las investigaciones indican que la composición anormal de la microbiota intestinal de los bebés nacidos por cesárea podría alterar el desarrollo del sistema inmunológico del bebe y con ello aumentar el riesgo futuro de asma, alergias y autoinmunidad.
  • Lactancia materna para los más pequeños: a través de la lactancia materna, se traspasan células inmunitarias y anticuerpos de la madre al bebe, algo tremendamente protector y fortalecedor, que moldearán el desarrollo del sistema inmunitario del bebé induciendo además la autotolerancia, factores críticos que pueden reducir el riesgo futuro de enfermedades autoinmunes.
    Curiosamente, la combinación de la lactancia materna y la asistencia a guarderías se asocia con un menor riesgo de diabetes de tipo 1, mientras que la asistencia a guarderías sin lactancia materna se vincula con un mayor riesgo de padecer la enfermedad.  Este hallazgo sugiere que la lactancia materna y la exposición a microbios ambientales  trabajan sinérgicamente para modular el sistema inmunológico en desarrollo, mientras que la exposición a microbios sin la lactancia materna concomitante puede abrumar al sistema inmunológico.
  • Toxinas ambientales: las toxinas ambientales son factores de riesgo muy importantes para el desarrollo de enfermedades autoinmunes.
    • Metales pesados como el mercurio por ejemplo, presente en ciertos tipos de pescados y en empastes o amalgamas dentales, puede iniciar la autoinmunidad al alterar la expresión de los genes del sistema inmunológico.
    • El BPA o Bisphenol A, el notorio plastificante que se encuentra en los recibos de las cajas registradoras y en los contenedores plásticos de muchos alimentos puede provocar autoinmunidad al interferir en la señalización de los estrógenos, interrumpir las vías de desintoxicación del citocromo P450, aumentar los niveles de lipopolisacáridos circulantes o al activar a los macrófagos.
    • Los ftalatos, otro grupo común de plastificantes, pueden iniciar la autoinmunidad de la tiroides al aumentar el estrés oxidativo.
    • Los disolventes orgánicos, que se encuentran en los productos químicos de limpieza en seco, disolventes de pintura, quitaesmalte de uñas y detergentes, aumentan el riesgo de enfermedades autoinmunes al incitar una respuesta inflamatoria y una lesión de los tejidos.
    • Es importante usar productos de limpieza naturales a base de enzimas y aceites esenciales en vez de sintéticos cargados de tóxicos como el triclosan, los cuales pueden perjudicar la respuesta inmunológica del organismo e inducir disfunción mitocondrial, con todo ello favoreciendo la autoinmunidad.
    • El agua del grifo por ejemplo está muchas veces cargada de contaminantes ambientales, el cloro por otro lado tiene un impacto negativo en la microbiota intestinal y un exceso de flúor puede debilitar el sistema inmune, por lo que invertir en un buen filtro de agua es una forma de prevenir.
    • En la cocina, comentar también que es conveniente evitar aquellos utensilios hechos de aluminio o teflón, y utilizar en su lugar el acero inoxidable por ejemplo.
    • Finalmente, es muy importante el asegurarnos bien de que en casa no hay presencia de moho ni micotoxinas, los cuales dañan significativamente la función inmunológica y pueden promover la autoinmunidad. Evitar un exceso de humedad en casa así como el limpiar adecuadamente todos aquellos rincones susceptibles de acumularla será clave, entre otras cosas.
    • Higiene excesiva y falta de exposición microbiológica en edades tempranas: la exposición a los microbios en los primeros años de vida enseña al sistema inmunológico a distinguir entre lo propio y lo ajeno. El sistema inmunológico no puede desarrollarse normalmente en ausencia de entradas microbianas, es decir, suciedad y gérmenes. La obsesión de nuestra sociedad por desinfectar, fregar y aspirar cada partícula de polvo de nuestro entorno priva al sistema inmunológico en desarrollo de nuestros niños de estas «oportunidades de enseñanza» microbiana, aumentando el riesgo de disfunción inmunológica en el futuro.Toxinas ambientales: las toxinas ambientales son factores de riesgo muy importantes para el desarrollo de enfermedades autoinmunes.
      Sin embargo cabe señalar que tal exposición bacteriana debe darse idealmente en un entorno natural o rural y por tanto fuera del medio urbano. De hecho, se ha visto cómo los niños criados en granjas o con mayor contacto con los animales y la naturaleza tienen mucha menor incidencia de alergias, la autoinmunidad también siendo prevenida de este modo, al permitir una programación microbiana diversificada y adecuada y con ello logrando un sistema inmunológico fuerte.
  • Infecciones: aunque la falta de exposición microbiana contribuye al desarrollo de enfermedades autoinmunes, las infecciones crónicas por microorganismos patógenos también desempeñan un papel relevante. Ejemplos de tal hecho son la enfermedad crónica de Lyme que provoca autoinmunidad en el sistema cardiovascular y en las articulaciones, la infección por Helicobacter Pylori que inicia autoinmunidad de la tiroides, o el citomegalovirus que exacerba la neuroinflamación autoinmune.Es por ello que el tratamiento adecuado para resolver todas estas infecciones preexistentes es parte crucial del proceso de curación de la enfermedad autoinmune resultante.
  • Disfunción Mitocondrial: la disfunción mitocondrial contribuye al desarrollo y la progresión de varias enfermedades autoinmunes, incluyendo por ejemplo la esclerosis múltiple y el lupus.Las mitocondrias, además de considerarse las fábricas de energía de nuestras células también regulan procesos tan importantes como la autofagia, en el que las células «limpian y reciclan» todos aquellos componentes celulares innecesarios o que ya no sirven o están estropeados. La disfunción mitocondrial conduce a defectos en la autofagia, y con ello se impide la regeneración y reciclaje celular comentado, un correcto procesamiento y presentación de los antígenos, y se impide además la eliminación de aquellas células inmunitarias autorreactivas, que pueden fácilmente desencadenar una enfermedad autoinmune.
  • Estrés crónico: el estrés crónico puede desencadenar la autoinmunidad alterando la microbiota intestinal y desequilibrando el eje HPA, siendo este último el principal sistema que tenemos de respuesta al estrés y el cual influye determinantemente en la función inmunológica. Por ello, la gestión del estrés como vimos en el artículo anterior es fundamental.
  • Trastorno de los ciclos Circadianos: las actividades de las células inmunitarias están sujetas a una serie de ritmos y procesos biológicos, ciclos circadianos que de hecho orquestan todo el organismo. El sistema inmune se ve por tanto afectado cuando estos ciclos son desregulados, algo que se da por ejemplo cuando no dormimos suficiente ni durante las horas indicadas para ello, cuando no nos exponemos a la luz natural durante la mañana y cuando por el contrario nos exponemos a la luz artificial en horas tardías o al anochecer.
  • Privación de sueño: estrechamente vinculada a la perturbación circadiana y al estrés crónico e inflamatorio, la privación de sueño aumenta el riesgo de autoinmunidad. El insomnio crónico y la apnea del sueño se asocian claramente con un aumento significativo del riesgo de enfermedades autoinmunes, por tanto si padecemos de ello será crucial ponerle remedio, algo que merece su propio artículo.
  • Uso habitual de antibióticos: no hay duda de que los antibióticos se usan demasiado en nuestra sociedad. El uso excesivo de antibióticos podría contribuir a la autoinmunidad al privar al cuerpo de la exposición microbiana necesaria para formar la inmunidad y al alterar la microbiota intestinal.El tema es limitar el uso de antibióticos para aquellas situaciones en las que sea absolutamente necesario, teniendo en cuenta que los antibióticos son inútiles para las infecciones virales, como la gripe, así como para muchos resfriados e infecciones de las vías respiratorias superiores.
  • Evitar la dieta habitual occidental o inflamatoria: una dieta inflamatoria rica en procesados, azúcares y refinados, grasas de mala calidad (trans u oxidadas), y a su vez carente de verduras variadas, proteína de calidad y ácidos grasos esenciales contribuirá sobremanera al desencadenamiento de la autoinmunidad. La disbiosis y alteración de la salud intestinal que ya de entrada ocasiona una dieta de este tipo supone un tremendo riesgo para la aparición de autoinmunidad como vimos.Es por tanto fundamental evitar todo aquello que inflame nuestro intestino, que rompa el balance y equilibrio de la microbiota, incluidos aquellos alimentos que contienen moléculas proinflamatorias capaces  de perforar la barrera intestinal como por ejemplo el gluten, así como las caseínas tipo A1, u otras moléculas proteicas como las lectinas y diversos antinutrientes, tóxicos y aditivos que encontramos en muchos alimentos. Si bien es cierto que la restricción más severa de alimentos tendrá lugar como tratamiento de la autoinmunidad cuando ya esté presente, es importante prevenir su aparición limitando la ingesta de aquellos por así decir más problemáticos, y potenciar sobretodo una dieta basada en alimentos frescos, enteros y reales.

Consejos para minimizar los efectos de las enfermedades autoinmunes: Dieta y estrategias

Ya hemos hablado sobre las causas de las enfermedades autoinmunes, veamos a continuación algunos consejos que nos pueden ser de gran utilidad si padecemos alguna de estas enfermedades:

  • Enfoque Paleo: hacer la transición de una dieta occidental o inflamatoria como expliqué, a una dieta paleo o evolutiva  puede producir mejoras increíbles en los síntomas de las enfermedades autoinmunes. Es muy significativo el hecho de que este tipo de enfermedades son prácticamente inexistentes en las sociedades o poblaciones de cazadores-recolectores,  por lo que llevar una dieta que emule la de este tipo de colectivos puede tener beneficios significativos frente a la inflamación y estado de autoinmunidad. La dieta paleo emula precisamente aquella que en su momento siguieron nuestros ancestros o antepasados y la que llevan este tipo de poblaciones señaladas todavía existentes. Esta dieta se basa fundamentalmente en verduras y frutas orgánicas, carne ecológica y aves de corral, en las vísceras de dichos animales, en marisco y pescado salvaje, tubérculos como el boniato o el ñame, nueces y semillas, y en  grasas saludables.
  • Protocolo Autoinmune (AIP): si tras seguir una dieta Paleo los síntomas no disminuyen o no se logran mejoras suficientes, puede que sea conveniente iniciarse con el protocolo autoinmune (AIP). Se trata de una versión más estricta que la dieta Paleo, en cuanto a que restringe mayor número de alimentos, evitando todos aquellos que de hecho sean potencialmente inflamatorios y no permitan reparar el intestino adecuada y totalmente. El AIP, además de eliminar granos o cereales, legumbres, productos lácteos y aceites de semillas industriales como en una dieta Paleo por así decir estándar, el AIP elimina además los huevos, las nueces y las semillas, y las especias procedentes de semillas, así como las verduras de la familia Solanaceas. Debido a la estricta naturaleza del AIP, se pretende seguirlo sólo por un período de tiempo limitado, hasta reparar correctamente el intestino, momento a partir del cual se reintroducirán paulatinamente algunos de los alimentos citados, proceso muy individual en función del estado y tolerancia de cada paciente.
  • Dieta baja en almidón: como mencioné anteriormente, las variantes genéticas de HLA contribuyen a las enfermedades autoinmunes al alterar la función inmunológica. Se ha descubierto que las personas con una variante específica de HLA llamada HLA-B27 tienen niveles más altos de un patógeno oportunista llamado Klebsiella, cuyo crecimiento es alimentado por el almidón de la dieta. Las investigaciones sugieren que los individuos con esta variante y presencia de enfermedad autoinmune pueden beneficiarse de una dieta baja en almidón que limite el crecimiento de Klebsiella. Entre los ejemplos de dietas bajas en almidón se encuentran la dieta de carbohidratos específicos (SCD) y la dieta GAPS.
  • Dieta Cetogénica: se trata de una dieta con un muy bajo o escaso contenido de carbohidratos, moderada en proteína y alta en grasas, la cual ha demostrado mejorar la función mitocondrial y disminuir considerablemente la inflamación, con ello disipando en gran medida los síntomas de las enfermedades autoinmunes. Parece ser especialmente útil en aquellas que afectan al sistema nervioso central, como la esclerosis múltiple.Existen otros ejemplos de dietas o protocolos que pueden funcionar para tratar la autoinmunidad, como una dieta baja en lectinas o el protocolo Wahls, entre otras.
  • Reparar y curar el intestino: se trata de una parte crucial en el tratamiento de las enfermedades autoinmunes, por eso es importante nombrarlo una vez más. Además de una dieta antiinflamatoria, que promueve el crecimiento de una microbiota intestinal saludable, los probióticos también pueden ser de utilidad, los cuales deberán seleccionarse cuidadosa y específicamente en cada paciente.
    Por otro lado, ante la presencia de SIBO (sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado), Candidiasis o cualquier otra alteración microbiana específica deberán aplicarse los tratamientos oportunos, en manos siempre de un profesional cualificado.
  • Maximizar el consumo de nutrientes: asegurar una ingesta óptima de los nutrientes requeridos por el sistema inmunológico también puede aliviar los síntomas de las enfermedades autoinmunes. La vitamina A por ejemplo, que se encuentra en el hígado y en las yemas de huevo, modula de forma beneficiosa el sistema inmune y la microbiota intestinal. La vitamina D, obtenida a partir de la exposición al sol y del consumo de pescado graso de agua fría, ayuda a mantener la barrera intestinal al inducir la expresión de proteínas específicas (tight junctions). El zinc, que se encuentra en la carne y las aves de corral, afecta a la maduración de las células T efectoras y reguladoras, mientras que el selenio disminuye los anticuerpos TPO (peroxidasa tiroidea) en los pacientes con autoinmunidad tiroidea. Por otro lado, los ácidos grasos omega-3 EPA y DHA ayudan a mantener el equilibrio de los procesos inflamatorios en el cuerpo, entre otras cosas.

Estos son solamente algunos ejemplos de nutrientes esenciales y tremendamente necesarios en presencia de enfermedades autoinmunes, y su inclusión se ve ampliamente favorecida si se siguen las indicaciones antes mencionadas con respecto a una dieta de tipo evolutiva en la que se maximice la ingesta de alimentos reales y limite la de procesados e inflamatorios.

  • Tratar las infecciones preexistentes: las infecciones preexistentes como la enfermedad de Lyme, H. pylori y el citomegalovirus se pasan por alto muchas veces, y sin tratarlas adecuada y efectivamente la curación de las enfermedades autoinmunes resultantes es imposible, de modo que habrá que atenderlas y solucionarlas.
  • La dieta que simula el ayuno (FMD, Fasting Mimicking Diet): la dieta de imitación del ayuno es un programa de alimentación diseñado para ayudar a las personas a conseguir los efectos beneficiosos para la salud que ofrece el ayuno, al mismo tiempo que se minimizan los efectos adversos que muchas veces se asocian con la restricción calórica prolongada. Las investigaciones indican que la FMD es beneficiosa para el tratamiento de enfermedades autoinmunes, ya que promueve la regeneración de las células inmunes y reduce los síntomas de la enfermedad. Es importante sin embargo ponerse en manos de un buen profesional si se quiere seguir este enfoque.

Todos aquellos factores de riesgo para desarrollar autoinmunidad comentados al inicio, a partir de los cuales vimos cómo prevenirlos, serán igualmente necesarios a tener en cuenta en el momento que tratamos una enfermedad autoinmune ya presente Y por tanto, factores tales como el estrés, la regulación y sincronización de los ciclos o ritmos circadianos, el sueño o buen descanso, todos ellos requiriendo su adecuado manejo dentro del tratamiento.

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