
Cómo adaptar nuestra alimentación en invierno
Con el invierno llega el frío, los días se acortan, tenemos menos horas de luz y nos apetece más refugiarnos en casa, puesto que el frío y la oscuridad nos inducen a buscar el calor interno. Es un momento para el descanso y el cuidado de nuestra esencia interna, puesto que la energía va hacia dentro. Así pues, para estar en sintonía con los cambios que conlleva y conservar nuestra salud nuestra alimentación en invierno debe ser diferente.
Como siempre, nuestro organismo es sabio, y de manera natural nos apetecen más los guisados, las cremas, sopas, hervidos, pucheros, el horno, etc. Es decir, platos que nos calienten y reconforten internamente. Es por eso que pasamos a cocinar los alimentos lentamente, con menos agua y a temperaturas bajas. Debemos tener en cuenta que es un período donde nutrir nuestra estructura interna, como son los huesos, médula, riñones, vejiga y aparato reproductor. También tenemos que remineralizar nuestro cuerpo.
Nutrición oriental y dualidad ying-yang
Según la nutrición oriental (especialmente la medicina tradicional china), es momento de poner especial atención en calentar el organismo y remineralizarlo. Esto lo conseguimos principalmente escogiendo alimentos de temporada y cocinandolos de forma que resulten reconfortantes y calientes.
Esta estación es sinónimo de:
- Verduras de raíz.
- Bulbos.
- Crucíferas (brócoli, coliflor y demás).
- Hojas verdes y oscuras.
- Cítricos, etc.
La alimentación en invierno debe cuidar sobre todo los riñones, que son los encargados de regular los huesos (médula espinal), los dientes, la producción de sangre y líquidos corporales. Los riñones se consideran la fuente principal de la esencia vital, el Jing, que es la base para las energías ying/yang, que representan las dualidades como frío-calor, luz-oscuridad, vida-muerte y todas las demás que encontramos.
Hay que tener en cuenta que no solo son las estaciones las que tienen energías ying (invierno, frío, humedad) o yang (verano, calor, sequedad), sino que también cada alimento y cada forma de cocción tienden o modifican estas polaridades. Por este motivo, en climas fríos y en la alimentación en invierno tenemos que incluir en la dieta alimentos considerados yang, para compensar el frío.
Ejemplos de ello son:
- Los guisos.
- Los potajes.
- Las legumbres.
- Mayor cantidad de cereales.
- Verduras de raíz como la zanahoria, la chirivía o la remolacha.
- Y algo de proteína animal.
Como los alimentos con energía ying enfrían, para soportar el frío deberíamos moderar el consumo de frutas y verduras crudas y sus zumos, las ensaladas y los alimentos fríos y crudos en general.
La intención es que las cocciones faciliten la asimilación de nutrientes y aporten calor a nuestro organismo. Así pues, dependiendo de nuestro estado interior y digestivo, podemos llegar a eliminar totalmente estas preparaciones. Esto no significa que dejamos de comer frutas o ensaladas todo el invierno, sino que hagamos compotas, ensaladas calientes con verduras asadas o hojas escaldadas, por ejemplo.
Invierno y el elemento agua
La alimentación en invierno está representada por el elemento agua, que a primera vista podría parecer débil o sin consistencia, pero es capaz de romper hasta las rocas más duras con el paso del tiempo, de adaptarse y fluir. Esto es lo que podemos aprender de este elemento y estación según la nutrición oriental.
En cuanto a la cocina, el agua está relacionada con las sales minerales, alimentos salados y oscuros. Se equilibra con alimentos que crecen bajo tierra (verduras de raíz). Las algas, por ser verduras de agua y su alto contenido en sales minerales, se pueden considerar las “reinas” del elemento, destacando también el trigo sarraceno (originario de zonas muy frías) y las judías azukis que, aparte de ser oscuras, recuerdan a la forma del riñón.
Sabores aliados en la alimentación en invierno: Salado, amargo y picante
Los sabores que más se adaptan a la alimentación en invierno según la nutrición oriental son el amargo y el salado, puesto que ambos llevan la energía hacia el interior, ayudando a calentarnos y enfriar la parte externa, lo que tiene como consecuencia la disminución de sensación de frío. Así pues, en nuestra alimentación usaremos el sabor salado, pero de buena calidad, como pueden ser algas, sal de hierbas, sal marina sin refinar, miso o tamari. Los alimentos amargos acostumbran a estar relacionados con colores oscuros, como la col lombarda, aunque también tenemos la endibia, la rúcula o la escarola, por ejemplo. Nos ayudan a depurar nuestro cuerpo, trabajando mucho el hígado.
Si sentimos frío, además, podemos usar pequeñas cantidades de picante. Éste ayuda a calentar el cuerpo, estimulando el movimiento y la secreción de fluidos y jugos digestivos, mejorando en consecuencia la digestión. Podemos usar alimentos como el nabo, el jengibre, el hinojo, la pimienta, el ajo, la cebolla o la cayena. Debemos tener en cuenta que un exceso de picante también nos puede enfriar y puede ser irritante, así que no hay que abusar de ellos.
Conclusión
En conclusión, lo que debemos tener en cuenta en la alimentación en invierno según la nutrición oriental es la elección de alimentos y platos calientes, reduciendo el consumo de crudos y adaptándolos según nuestro fuego digestivo. Hay que tener presentes los sabores salados y amargos, pudiendo acudir también al picante para calentar el organismo, evitando los excesos para no llegar a desequilibrarnos. Lo más importante es que adaptemos las recetas para poder disfrutarlas al máximo y hacer de nuestra alimentación un placer, que al final es lo más importante sea la estación que sea.