
Los aceites esenciales
Son los componentes que dan el olor a las plantas y a algunas sustancias animales muy concretas. Extremadamente volátiles, son solubles en otros aceites, concentrados y tras sí tienen una larga tradición en fitoterapia, ya que tienen cualidades beneficiosas para la salud.
Son, en principio, un placer, ya que concentran todo el aroma vegetal. Por tanto, han sido ampliamente utilizados en la perfumería tradicional. Tanto por aromaterapia como aplicados vía tópica e, incluso, ingeridos, casi todos tienen propiedades medicinales. Como la lista es larga, no vamos a poner aquí ni siquiera los más usados.
Cómo se hacen los aceites esenciales
Se extraen de distintas formas:
- Por presión en frío, como el aceite de oliva, que no es un esencial, simplemente presionando flores, hojas o raíces (lo que proceda de cada planta) con una plancha especial.
- Por destilación, utilizando un alambique con agua en ebullición. Las gotas de vapor se pegan a los aceites esenciales elevándolas por los tubos hasta llegar a un recipiente donde se recoge.
- También por el método de maceración con otras grasas como el aceite de almendras o aguacate.
Aunque puedes comprar o armar tú mismo una prensa y/o un alambique, lo más sencillo, cómodo y menos aparatoso en casa es extraer las esencias por el método de inmersión. A no ser que quieras hacer aceites, alcoholes o jabones para vender, los otros procesos son demasiado laboriosos para pasar un rato de ocio. ¡Según mi opinión personal! Tú puedes pensar otra cosa.
Cómo hacer aceites esenciales caseros
Para hacer nuestros aceites esenciales caseros se necesitan:
- Ramas y hojas frescas de los vegetales escogidos (muy importante), ya que las secas han perdido parte de las esencias. Lavandas, rosas, limones, cáscaras de naranjas, violetas… pueden servir para hacer nuestras primeras recetas.
- Alcohol puro de farmacia.
- Es muy importante tener tiempo y hacer gala de paciencia.
- Aceites de masaje tipo almendras (mi favorito), aguacate o girasol.
Se procede de la siguiente manera:
- Se introduce cada una de las hojas, ramas o flores seleccionadas en un recipiente distinto. De no ser así, lo que sale es un revoltijo que será difícil de manejar. Hay que ser generosos con las cantidades.
- Llenar con alcohol hasta que todo esté cubierto, tapar y guardar en un sitio fresco. Ahora necesitas mucha paciencia ya que tienes que esperar a que el alcohol se evapore. ¡Puede tardar varias semanas!
- Pasado este proceso retira las ramas o productos sobrantes con cuidado y quita con mucho mimo y ayudándote de un instrumento de madera los posos oscuros que han quedado en el fondo del bote.
- Mézclalo a partes iguales con el aceite base y remueve hasta que el líquido esté disuelto.
- Los aceites esenciales caseros hay que almacenarlos en un lugar fuera de la luz intensa, de la humedad y el calor.
¿Sabías que…?
En toda Europa durante la Edad Media, las «personas no autorizadas» que se atrevían a investigar con las propiedades de las plantas y sus aceites, podían ser acusadas de herejía (un delito, entonces, bastante grave).
Por el contrario, los naturalistas, médicos o curanderos que tenían, de alguna manera u otra, potestad para estudiar esta disciplina daban con ungüentos o remedios bastante eficaces para males de todo tipo. Ni que decir tiene que vendían este conocimiento a buen precio.
A finales del siglo XX se volvió a rehabilitar esta tradición por sus buenos resultados en salud y por los sofisticados productos de aromaterapia o perfumería que se consiguen.
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